Fundadora y alma detrás de nuestra fundación, es un ejemplo vivo de perseverancia y compromiso con la justicia y los derechos humanos. Nació el 1 de diciembre de 1978 en un barrio marginal al norte de Medellín, un entorno donde la violencia y las dificultades económicas eran una realidad diaria. Criada por su madre, quien con sacrificio y amor le inculcó valores de generosidad y solidaridad, María Eugenia encontró en estos principios la guía para su vida y carrera.
A pesar de las circunstancias adversas, como convertirse en madre a los 18 años, nunca abandonó su sueño de convertirse en abogada. Con esfuerzo y dedicación, logró graduarse en derecho en la Universidad La Gran Colombia. Su pasión por servir a su comunidad la llevó a especializarse en derecho administrativo, constitucional, gobierno, y derecho procesal penal. Con una maestría en derechos humanos, afianzó su compromiso de luchar por la justicia y la dignidad de los más vulnerables.
Los desafíos en su vida personal, incluyendo el profundo impacto de su fe y espiritualidad, la llevaron a encontrar consuelo y fortaleza en sus estudios teológicos. Estos estudios le permitieron ver los eventos de su vida, como el nacimiento milagroso de su segunda hija y la conexión con su esposo, como manifestaciones del amor divino que la guía. Este sentido de gratitud y devoción se ha convertido en el motor que impulsa su trabajo en la fundación, donde busca devolver a la sociedad y a Dios una fracción de la abundancia que ha recibido.
Hoy, María Eugenia sigue inspirada por su convicción de que trabaja para Dios y en la búsqueda de un mejor país. A pesar de las limitaciones de tiempo y las dificultades que ha enfrentado, continúa apoyando esta causa social desde la academia jurídica de la fundación, donde contribuye a la formación de nuevos defensores de derechos humanos. Su liderazgo y dedicación son un faro de esperanza para aquellos que luchan por la justicia y la dignidad en Colombia.
María Eugenia Clavijo Aristizábal es más que una abogada; es una defensora apasionada de los derechos humanos, una madre dedicada, y una líder espiritual comprometida con hacer del mundo un lugar mejor. Su historia es un recordatorio poderoso de que, con fe y determinación, es posible superar cualquier obstáculo y marcar una diferencia real en la vida de los demás.